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martes, 2 de mayo de 2017

Amor - Odio: Smash Bros.

Debo empezar y añadir, que todo esto siempre serán opiniones personales, y que, por mucho que el ‘odio’ esté en el título de la sección y de la entrada, sigue habiendo más ‘amor’ por los juegos que el odio.

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Mi origen con los juegos de lucha se remontan solamente a la época de Play Station 2, dónde llegué a jugar a Tekken, Rumble Roses y alguno más cuyo nombre no recuerdo, incluso alguno similar en GBA, sin embargo, lo hice por inercia del momento (jugaba contra mi padre y un amigo suyo, por ejemplo), y, aunque me consideré buena (les gané bastantes veces y eso que con los mandos de PS2 era aún más torpe…), realmente estar en un único escenario 1 vs 1, normalmente con dos rondas no me llenaba mucho y me terminaba por aburrir bastante.

Con la llegada a mis manos de Jump Ultimate Stars, para mi los juegos de lucha tienen que ser precisamente así: escenarios variados, barras de salud, ataques especiales y luchadores carismáticos por todas partes, pero no limitados a unos cuantos centímetros de cada pantalla y escenario. Como dije en la entrada que le dediqué, estuve durante horas, semanas e incluso meses y años jugando al JUS sola contra la máquina con mis propios desafíos en sus escenarios variados repletos de trampas.

La saga Smash Bros. siempre me ha llamado la atención porque juntar en un mismo juego a todos los personajes de Nintendo (compañía de videojuegos con la que me siento más afín) y que se den mamporros o colaboren entre sí siempre me había gustado, especialmente siempre quise tener en mis manos la edición Brawl de Wii. Aunque me llegó bastante tarde, por suerte lo pude disfrutar con su curioso modo historia, que a mi siempre me parecen bienvenidos (por mucho que digan que los juegos “competitivos” no lo necesitan), aunque sinceramente me quedé a mitad.

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Ya había algo que no me gustó demasiado: los porcentajes. Yo estaba, y sigo estando, acostumbrada a las barras de salud clásicas que suelen tener los personajes, especialmente tras tanto tiempo jugando al ‘JUS’. Aquí, ir aumentando una barra de porcentaje de los personajes para sacarlos fuera de la pantalla se me terminó haciendo un poco molesto, bastante agridulce tras un tiempecito jugando a Brawl.

Después, llegó un anuncio que jamás me hubiese esperado: Super Smash Bros. saldría en una consola portátil (mi plataforma favorita) como lo es 3DS, ¡así que no podía dejar pasar esta oportunidad! Me dispuse a obtener mi edición y las primeras dos semanas le di unos buenos vicios, desbloqueando todos los personajes posibles y casi completando todos los desafíos, más algunos más a lo largo de los meses.

Sin embargo, el juego no me ha enganchado tanto como esperaba. Al contrario que con el JUS, dónde me podía pasar horas y horas por muchos otros juegos que tuviese cerca de mi, con Smash Bros en general de inmediato me llega una sensación de agotamiento y monotomía que no me gusta ni un pelo. Y mira que tiene escenarios divertidísimos, personajes carismáticos, mucho humor y bastantes extras, aunque tal vez eche de menos los modos y desafíos que por ejemplo tenía el JUS o un modo historia, y no sea solo por el sistema de combate en sí mismo, del que todavía no he sabido dominar.

Es decir, que siento que le podrían haber añadido más cosas incluso para ser un juego de portátil (hasta la versión de Wii U no me parece que tenga gran cosa), no solo un modo de ‘farmeo’ de piezas o de enemigos (si, Smashventura, que me ha terminado frustrando y agobiando), los minijuegos de la Bomba Smash o el Béisbol Smash que tampoco me han gustado nada (disfruté más los de Brawl), o de niveles sucesivos a derrotar personajes y coleccionar trofeos sin nada más, así como personalizar más los combates que tu mismo te crees con más modos de juego.

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Pero, ¿y a pesar de todo? Sigue siendo la extraña sensación de amor-odio. Mientras que por un lado me encanta poder controlar a ciertos personajes de las sagas de Nintendo y disfrutar de sus divertidos escenarios (y alocados objetos), por otro lado me agobia su sistema de combate y en algunas entregas es como sufrir escasez de modos de juego que hace que al final se vuelva aburrido, o que los modos actuales son algo pesados.

No me arrepiento nada de haber jugado a la saga, claro que no, y a pesar de todo, creo que ya me he vuelto una pequeña pero humilde fan de la saga Smash Bros, aunque soy una persona a la que no le gusta el competitivo de los juegos ni los e-sports en si mismo, asi que nunca entraré en esos temas. Aunque haber si no se olvidan de Golden Sun para la siguiente entrega aunque sea un trofeo…
 
Lo que menos me ha gustado de estas últimas entregas claro (aunque es un mal que azota la industria demasiado tiempo) es la cantidad de dlcs que ya tiene el juego, y a su precio. Aunque yo fui tonta y un día me dio por hacer una lista de “random.org” y decidir comprarme cualquier cosa de e-shop que escribiese ahí y saliese como resultado, que tenía unos cuantos juegos en “Títulos interesantes”. Para hacer la gracia me puse “DLC de Smash Bros”… Y me he comprado a Cloud (el mono de Final Fantasy es grande, encima). No me arrepiento de haberlo comprado, aunque no pienso “hacer la gracia” nunca más.

Además, no estaría nada mal que se marcasen un ‘Smash Bros’ pero de Mario Kart, porque al ritmo de los dlcs de este último, yo creo que el paso más lógico es sacar un ‘Nintendo Kart’ como todas las sagas de Nintendo se merecen. ¡Locura asegurada!

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